A un maltratador no te amarran los niños, no te amarra el hambre, no te amarra el frío, no te amarra el desamparo. Te amarra el miedo…
Quinny Martínez Hernández .
Deshonran a la madre que les parió,
Hombres incapaces de asimilar el hecho de que el mundo ha cambiado, que ya no son dueños de nuestra voluntad, que eso era antes, que a las mujeres ya no se nos puede tratar como al ganado.
Seres con ombligos de piedra, sin empatía, narcisos desvalidos, cobardes que piensan que sobre nuestros hombros recae su hombría, a costa de nuestras lágrimas y de la sangre que nos sacan…
Lo sabemos, lo sabemos desde el principio porque el instinto femenino es buen sabueso, pero también es persistente, resiliente, y a veces se empeña en lo que el corazón anhela, brutas, ciegas, sordas y mudas…
Sabemos cómo aman los verdugos de la feminidad,
sabemos cómo odian y cómo tenerlos a gusto, empujadas por el miedo, por un amor mal entendido.
Con el tiempo impávidas, nos vamos dando cuenta de la manera en la que se apropian de nuestros espacios,
intrusivos,
pedantes,
abusivos y maltratadores,
allí es cuando llega el maldito silencio y la esperanza de quererlos cambiar, sin éxito, sabiendo la cruda verdad,
porque ellos no aman,
ellos apresan,
ellos encierran,
ellos se hacen dueños de la fragilidad, entrando por las rendijas de nuestra debilidad; son expertos manipuladores, esos seres no cambian, nunca lo hacen…
Al final el amor no pasa, las rosas de la conquista dejan de llegar, se cierran las puertas a cal y canto, se esfuman las sonrisas y se abraza al inconsolable llanto.
Las cosas se vuelven peor, hasta acorralarnos, inútiles, abducidas como marionetas de papel, obedeciendo a rajatabla los deseos de un egocéntrico, cretino y cabrón.
El mismo que te ha poseído la noche de antes, el que te ha pedido mil veces perdón, el que te come el coño como nadie, el que te roba los orgasmos para acrecentar su: !yo hago contigo lo que me da la gana! el seductor y aguerrido empotrador, el de los:
!Tu eres mia y de nadie más!,
!si me dejas te mato!,
!te pego porque cuando te hablo no me entiendes!,
!no te vas a poner ese vestido, pareces una puta!,
!estas gorda y fea!
¿por qué te has demorado tanto?,
¿por qué te está mirando ese?,
!zorra!,
!puta!,
!perra!
!tu familia soy yo!.
Todo ha ha sido un error de cálculo, pero, !Ya no más!
Eso de habernos sacado de su costado se les subió a la cabeza, tenemos manos, ojos, boca, oídos, sentimos, y si pedimos ayuda, si dejamos de lado la vergüenza, si reconocemos que todo es a la fuerza, si nos queremos un poquito, todo se andará.
El ahora es !ya!.
Huye, súbete a un taburete y gana altura, corre, corre fuerte, corre y a pesar del miedo apóyate en mi hombro, yo seré valiente por las dos, por las tres, por las que haga falta.
No somos objetos, somos mujeres y merecemos vivir libres y !en paz!
!Grita fuego!