Los gemidos aún retumbaban en el eco de la habitación, y el perfume que portaba el vaho producto del roce de esos dos cuerpos era hipnotizante…
Después de hacer el amor como locos decidieron abrir las ventanas para fumarse un cigarro. El desconocido con el que se había acostado tenía los ojos más hermosos jamás vistos; acababa de poseerla como nunca nadie en el mundo, había arrasado con la voluntad de su palpitante deseo. De repente, entre el espeso humo y el silencio, sintió un hilo frio que caía desde su cuello hacia su pecho. Era sangre; lo miró fijamente mientras su alma salía apresurada en busca del destierro…
Acababa de ser la testigo principal de su encuentro con un vampiro…

Exelente, Quinny. Me parece genial que escribas relatos.
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