Mr. Hudson, salió del viejo portal del edificio de los claveles hacia la calle del oro, por el pasaje de las frescas a ver qué ocurría. Eran las tres de la madrugada; había escuchado un par de disparos que salían desde aquella esquina; se asustó y corrió casi desnudo en su búsqueda, se le había clavado una sensación extraña en el pecho, era ella, y él lo sabía. La negra Lucía, su acompañante de noches de embriaguez y sosiego, pero… ya era tarde. De frente a su cuerpo inerte, yacía armado un hombre de más de dos metros de estatura, lloraba desconsolado mientras cantaba los versos de un lamento ininteligible. Lucía cayó de rodillas encima del banquillo que usaba para sentarse a descansar; en esa esquina había ejercido la prostitución durante más de diez años, huyendo de algo de lo que nunca hablaba; se le quería, era una más…

El hilo de sangre corría por en medio de los adoquines de la acera cuesta abajo, la había matado el hombre del que pensó se había librado. De repente, y ante la presencia de los curiosos que acudían desconcertados a la fatídica escena, el hombre bañando en llanto, apretó el gatillo, y se pegó un tiro después de gritar: “Maté a la puta porque era mía.” entretanto, Mateo Hudson, descamisado y desconsolado, sostenía entre sus brazos a la que durante muchos tiempo fue su amiga, alcahueta de un amor morboso y senil…
Muy bueno, Quinny. Me gustó mucho esa crudeza.
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Qué historia. Qué estilo crudo y sublime al amarrarlo, Quinny. Abrazo
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Gracias maestro!!!
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💜🖤❤️
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Fuerte imagen la que han provocado en ese texto. Brillante y tristemente real.
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