El reloj marca la hora de todos los días.
Dulce abre la ventana, y de frente al ocaso maldice su vida.
Se incorpora sin ganas.
Remoja su cuerpo con agua fría, mientras se arranca las espinas de otra noche en el malquerer…
Aun lleva en su piel el olor de aquellos besos que no deseaba.
Baba de sexos untados con la malicia que trae consigo el oficio de fulana…
Su bragadura es un panal de miel amarga,
aposento de amores proscritos.
De frente al espejo le habla a la otra, la que usufructúa su cuerpo luna tras luna.
La acepta,
le canta,
la abraza,
le da coraje.
Se le pasa…
Ha escapado de ella las veces que ha podido, pero no encaja en ese otro mundo.
Ese otro mundo no la acepta, tendría que desprenderse de la otra…
La misma que le ha dado nada a cambio de un todo que la consume con gusto.
Enciende un cigarro tras otro.
Sumergida por completo en un hálito de desazón tardía.
Vestida de una vergüenza que asume con orgullo,
Se arrebata y pinta sus labios del primer color que encuentra.
Sale con la cabeza en alto, aunque una vez más el destino le raje la cara.
Con el cuerpo embadurnado de las sobras de un café amargo.
Sola.
Cargando entre sus bolsillos las monedas producto de esos polvos mal trechos.
Amamantando el deseo con sueños en bucle,
Sobreviviendo al malquerer de una cosa que sabe hacer muy bien:
Soplar pollas, y que se la follen mientras piensa en Hawái…
Aunque su pasado no la deje.
Zurciendo la agonía constante que la devuelve entre copas a la teta de una madre ausente,
Recuerdos desgraciados de un padre difunto, que la dejó tirada en aquella esquina con un chulo a cambio del humo de un cigarro.
me gustó pero espero más……………..
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Fabulosa poesía, Quinny: Ha sido un grato privilegio haberlo escuchado de tu voz. Abrazote
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💜🖤❤️
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Me encantó!
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Gracias María Luisa! 🖤💜❤️
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